Este jardín alcarreño supera las mil hectáreas de plantación, convirtiéndose en un espectáculo para todos los sentidos. El origen de estos campos de lavanda tiene lugar en la década de los 60 gracias a Álvaro Mayoral, un maestro del pueblo que plantó unos esquejes que se trajo de un viaje a Francia. Posteriormente, Emilio Valeros, director técnico de Loewe, convirtió los campos en un lugar de extracción de lavanda para la producción de perfumes, aceites esenciales, jabones y cosmética. 

El punto álgido de la floración puede variar por las condiciones climatológicas, pero el mejor momento para visitarlos es la primera quincena de julio. A finales de julio y principios de agosto se produce la siega, momento en el que la flor de la lavanda cambia de color violeta a un tono grisáceo. 

La mejor hora para visitar los campos de lavanda es al amanecer y al atardecer, ya que a esas horas la luz es perfecta para resaltar las tonalidades moradas. Los fines de semana hay bastante gente, así que si tienes oportunidad, te recomiendo visitarlos entre semana. 

Hay que mencionar que hay bastantes abejas y el zumbido puede impresionar (incluso agobiar), sobre todo cuando te vas adentrando en los campos. Si respetáis su actividad y no las molestáis, no habrá ningún problema.

Son campos privados, pero la mayoría de ellos están abiertos y su acceso es gratuito. Es importante respetar las plantaciones y no arrancar las flores para que todos podamos seguir disfrutando de esta maravilla. 

Para llegar directamente en coche a los campos, puedes poner en Google Maps "campos de lavanda Brihuega" y te guiará hasta a un enorme parking gratuito habilitado para la visita (situado justo después del monolito conmemorativo de la última batalla de la Guerra de Sucesión). 

Además, durante el mes de julio, se celebra el Festival de la Lavanda y Brihuega se engalana, decorando sus calles para la ocasión. Se organizan conciertos, visitas guiadas, paseos en globo y otras actividades al aire libre que giran entorno a la lavanda.